Los restos del bullicio

Calle Larga, Jerez

La Calle Larga de Jerez nace en el Gallo Azul, un edificio que la familia Domecq encargó para embellecer la entrada de la arteria comercial de la ciudad, como es considerada desde el siglo siglo XVI. Un título que, desde que comenzaron a levantar centros comerciales laberínticos donde antes todo era campo, ni los brazos del imperio de Amancio han podido sostener.

Es la una de la tarde y las farolas ondean Caló, el festival de flamenco de turno, pero con un nombre muy oportuno, mientras que las terrazas de los bares suben el volumen del hilo musical intentando atraer a los turistas, los únicos que se atreven a estar al sol a estas horas.

Una pirámide de toneles de Tío Pepe dan la bienvenida a la calle, dejando claro que, si hay una ciudad del vino, tiene que ser ésta. A su lado, un reloj, también de la familia Domecq, apunta a dos direcciones: Sevilla hacia el norte, Cádiz al sur. Es lo que queda de la Nacional IV, que pasaba por aquí antes de que peatonalizaran toda la calle en los años 90.

Pasear por la Calle Larga es jugar al “¿pero aquí antes no había un…(insertar cualquier nombre de franquicia o cadena nacional)?” Y es que los naranjos que la adornan han visto pasar un desfile interminable no sólo de procesiones, pasacalles, cabalgatas y cruces de mayo, sino también de tiendas cuyas aperturas y cierres se fusionan en la memoria de los jerezanos. De hecho, la leyenda cuenta que es el único lugar donde un McDonald’s tuvo que cerrar. Se encontraba en el Centro Comercial Los Cisnes, ahora un lugar fantasmagórico ocupado por bazares y por la sede de Jerez Centro Comercial, asociación formada por pequeños comercios que luchan agónicamente contra las fuerzas imbatibles de los grandes centros comerciales de las afueras.

Una farmacia-museo, un estanco, varias relojerías-joyerías, tiendas de sombreros de equitación son los únicos sobrevivientes a largo plazo, pequeños negocios casi históricos que se niegan a extinguirse.

A la mitad de la calle encontramos la Rotonda de los Casinos, que ocupa el espacio que quedó entre la antigua muralla andalusí y el arrabal. De su pasado señorial ya no queda nada. Ahora entre andamios se esconden tímidamente las oficinas del Diario de Jerez rodeadas de antiguas casas palacio todas reconvertidas en bancos.

Siguiendo el trazado de la antigua muralla, todavía presente en algunos comercios y locales, alcanzamos el final de la calle en lo que un día fue la Puerta de Sevilla, destruida en el siglo XIX. Por un lado, La Calle Larga acaba flanqueada por la Casa de La Condesa de Garvey (ciudad del vino, recordemos) o “la chata”, como la conocen los autóctonos por su falta de esquina; por el otro, el Real Monasterio de Santo Domingo, punto destacado en los planos turísticos de la ciudad por sus famosos claustros góticos.

La calle termina en otra creativa rotonda (algo bastante característico del ambicioso desarrollo urbanístico jerezano que tuvo lugar durante los años 90) que está dedicada a la Semana Santa, curiosamente el momento de más vida de la Calle Larga. Como eje principal de la carrera oficial, el ajetreo regresa a ella, y como si nada hubiera cambiado en 60 años, vuelve a ser la calle más bulliciosa de Jerez.

Un paseo de Elena Quintero.

Hemos preparado un acceso molón a cada una de las canicas, pero lamentablemente falla en el móvil. Mientras lo solucionamos puedes acceder a cada ciudad también desde aquí: Andalucía, Aragón, Asturias, Baleares, Bruselas, Canarias, Cantabria, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Cataluña, Ceuta y Melilla, Comunidad Valenciana, Extremadura, Galicia, La Rioja, Los Ángeles, Madrid, Murcia, Navarra, y País Vasco.

Andalucía Aragón Asturias Islas Baleares Bruselas Islas Canarias Cantabria Castilla-La Mancha Castilla y León Cataluña Ceuta y Melilla Comunidad Valenciana Extremadura Galicia La Rioja Los Ángeles Madrid Murcia Navarra País Vasco