La Laurel

Calle Laurel, Logroño

En la popular calle Laurel de Logroño nadie está pendiente del móvil salvo que algún amigo te llame porque no encuentra al resto de la cuadrilla. Puede parecer rocambolesco, pero en la travesía de la Laurel la gente habla, se ríe, brinda y, lo más importante, escucha las historias que el resto de amigos se ha guardado durante toda la semana.

Aunque tiene muchas entradas, no hace falta conocer el punto exacto para acceder a esta dimensión gastronómica. Sólo hay que dejarse guiar por el olfato y el murmullo de la gente, que va aumentando a medida que te acercas, por ejemplo, al bar Blanco y Negro, el mejor “matrimonio” de España. Un bocado de anchoa, boquerón y pimiento verde acompañado de un buen trago de crianza. Lo que venga después sólo se puede vivir caminando por sus calles.

Da igual que haga calor, que llueva o que el frío que viene del Monte Cantabria te congele los dedos: en la Laurel, como en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, siempre hay gente. El champiñón del Ángel es otra de las delicias. Un trozo de pan, cuatro champiñones, una gambita en lo alto y otro trago de vino. Aquí puedes cambiar de caldo y elegir uno de año. En La Rioja da igual, todos los vinos son buenos.

No es fácil moverse por la Laurel. Aun así, entre sus cientos de bares encontrarás un hueco donde pararte a tomar un pincho. Los bares, por lo general, son pequeños. Tienen el espacio suficiente para pedir, coger el vino, los pinchos y salir a una barrica de las muchas que encontrarás en las calles para apoyarte. Es lo que pasa en el Sebas. Tortilla de patata, vinazo y a disfrutar a la intemperie. La tortilla de este sitio es un espectáculo y el picante que le ponen permite afrontar el resto de la tarde con más sed que hambre. Es uno de mis favoritos, quizás también porque en una de sus paredes cuelga una bufanda del Atleti.

El tío Agus es otra de mis debilidades. Si entras, sabes que el olor de la plancha te va a acompañar el resto del día. Ahora bien, ese pincho moruno con su salsa verde secreta engrandece a la calle Laurel, Logroño y La Rioja entera. Un vino cosechero y que siga la tarde.

Muchos pinchos de la Laurel hay que comerlos con el culo hacia fuera. Es un gesto típico que diferencia muy bien a los vecinos de Logroño de los forasteros de paso. Parece que es una fórmula que los hijos heredan de sus padres para evitar mancharse los zapatos en una tarde de sábado.

El zorropito, la orejita, el cochinillo crocanti, la bravas de la Taberna del Laurel, el jamón cortado a mano de la Fontana, las setas del Cid, el solomillo al roquefort, la zapatilla… Podríamos seguir así durante horas. En la Laurel cada uno elige su camino y, lo mejor, es que todos son un verdadero éxito. Si me permiten una recomendación, después de los pinchos lo mejor es ir a la calle Bretón y tomarse un gin-tonic en cualquiera de las múltiples terrazas porque, de nuevo, el logroñés, haga frío o calor, no se esconde: vive y disfruta de la vida en la calle.

Un paseo de José Luis Concejero y Ángela de Miguel.

Hemos preparado un acceso molón a cada una de las canicas, pero lamentablemente falla en el móvil. Mientras lo solucionamos puedes acceder a cada ciudad también desde aquí: Andalucía, Aragón, Asturias, Baleares, Bruselas, Canarias, Cantabria, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Cataluña, Ceuta y Melilla, Comunidad Valenciana, Extremadura, Galicia, La Rioja, Los Ángeles, Madrid, Murcia, Navarra, y País Vasco.

Andalucía Aragón Asturias Islas Baleares Bruselas Islas Canarias Cantabria Castilla-La Mancha Castilla y León Cataluña Ceuta y Melilla Comunidad Valenciana Extremadura Galicia La Rioja Los Ángeles Madrid Murcia Navarra País Vasco